Desde muy niño me ha gustado pasear por las Ramblas de Barcelona, callejear por el Barrio Gótico (Barri Gòtic), perderme por el mercado de la Boquería. Recuerdo, que siempre me ha sorprendido la pluralidad, la diversidad y la sensación de libertad que transmite mi Barcelona. Cada vez que puedo, me apasiona perderme por esas callejuelas de la ciudad vieja de Barcelona (Ciutat vella), maravillarme de los contrastes de luces y sombras que atraviesan callejones, recodos y pasajes, que crean bellísimas imágenes que mi retina intenta atrapar.
Y entrar en la Boquería es todo un reto fotográfico, ya que es muy complicado no ir creando composiciones mientras recorres sus puestos. Pero hoy os traigo un regalo improvisado que me encontré en un lateral de este mercado, un improvisado modelo perruno que poso con mucho estilo para mi cámara. Una ocasión caída del cielo para un fotógrafo callejero, porque aunque me enamore el retrato, la fotografía de producto me guste, he de reconocer que en “vena” lleno la fotografía callejera, porque con ella comencé mis primeros pasos con la fotografía y en esencia es la mas pura disciplina en la cual fotógrafo y cámara se retan a cazar instantes, en perfecto binomio. Hoy me apetece dejaos estas imágenes de mi ultima excursión por Barcelona, para que veáis que rincones te puedes encontrar por la ciudad condal.
Estoy deseando volver a pasear por mis queridas Ramblas, volver a perderme entre la gente con mi cámara cazando instantáneas y lo haré sin miedo (no tinc por), porque no me van a amedrentar con el discurso de la violencia. Continuaré recorriendo esas calles de Barcelona, Córdoba, Sevilla, Valencia, así como las de otras muchas ciudades, llevando como compañera mi cámara y la misma ilusión que nadie me podrá robar.