Yo había oído hablar de la Alhambra y llevaba mis entradas compradas con anticipación, pero cual fue mi sorpresa el día antes de visitarla, cuando me llevaron, al mirador de San Nicolas, desde donde vi como atardecía, como se escondía el sol llenando de colores y matices aquel monumento, que para mi y asta aquel momento era uno mas. No puedo explicar con palabras el encanto y la magia que tienen esos instantes del ocaso de la tarde, donde se va escondiendo el sol a la vez que la Alhambra se ilumina con luz propia, dejando al espectador cuando menos paralizado ante tanto colorido y tanta magia que hay en el ambiente.
No menos satisfecho me dejo la visita al monumento, que realice al día siguiente, la cual aproveche para echar un sin fin de fotos, pues no había un rincón que no mereciera ser inmortalizado. Aquel día el contador de mi cámara, una Canon 400D, echaba humo, pues no quería perder detalle. Pues he de recocer que tanto la Alhambra, como Granada en si, son una fuente inagotable de material fotográfico ya que tiene un sin fin de interesantes rincones.
No quiero terminar esta entrada sin mencionar la ciudad de Granada, una ciudad bella, con encanto y de gentes amables, que he de reconocer que se quedo con un trocito de mi corazón.
